miércoles, 17 de diciembre de 2008

"El espíritu de Bombay"

A continuación os queremos mostrar un artículo publicado ayer por Jordi Joan Baños, corresponsal en India de La Vanguardia. El artículo, publicado en Blogs de La Vanguardia, se titula "El espíritu de Bombay" y nos ha parecido muy interesante y representatnte de la situación de esta ciudad de la India en la que trabajamos.
Una ciudad hecha a sí misma y, por añadidura, la única verdadera ciudad de India. Eso es Bombay. La mayor megalópolis del subcontinente indio, rompeolas obsceno de las mayores fortunas de Asia y de los mayores suburbios chabolistas del planeta. Fábrica de sueños de los domingos del Tercer Mundo y pesadilla diaria para millones de pobres. Pesadilla también, hace unos días, para sus millonarios. Algo que consiguió imantar a los medios del mundo entero. Pronto olvidamos que la mayor tragedia, en la reciente cadena de asaltos terroristas, se cuajó en Victoria Terminal. En esta histórica estación de tren –ella y no el Hotel Taj Mahal es el verdadero icono de Bombay, además de patrimonio de la humanidad- alrededor de sesenta personas fueron acribilladas por los terroristas. Muchas más que en otros escenarios del drama: Hotel Taj Mahal (34), Hotel Oberoi (33), Chabad House (8). Sin embargo, la estación, usada cada semana por millones de usuarios, fue ninguneada por las televisiones, pendientes del desenlace del secuestro en otros escenarios más glamurosos.




Personalmente, había estado una decena de veces en el interior del hotel Taj Mahal –aunque sólo una como huésped: su hermosa piscina es más reseñable que sus habitaciones comunes- y ninguna en el Oberoi, aunque era imposible no verlo desde el paseo marítimo de Marine Drive, donde los bombayenses buscan, a menudo en vano, algo de brisa. (El Taj Mahal es el segundo hotel que veo arder en pocos meses a manos del terrorismo, después del Marriott de Islamabad).Sobre todo había estado, docenas de veces, en el Café Leopold –un animado restaurante y cervecería de finales del XIX que recuerda bastante al Café Zurich de antes. También conocía bien el entorno de la Chabad House, de auténtico sabor indio. Si Bombay es mi ciudad india favorita, Colaba-Fort-Cuffe Parade-Marine Drive-Churchgate (los escenarios del drama) son el epicentro de dicha predilección. Golpear el sur de Bombay es también golpear lo que India tiene de abierto, próspero, inquieto y sofisticado. Un lugar paseable, luego habitable, desde un punto de vista europeo mediterráneo. Guardando las distancias, de joie de vivre urbana, equidistante entre el oasis de Goa y el desierto materialista y ramplón de la India del Norte. Aunque, para disgusto de las estrellas de Bollywood, los animalillos que merodean escenarios tan distinguidos no sean gráciles ardillas sino ratas obesas. En otras ciudades indias hay burbujas de lujo custodiadas. En Bombay, precariamente, se mantiene el concepto de ciudad –relativamente- abierta.

Realidad y ficción en Bombay
Si las películas de Bollywood se han especializado en escamotear la realidad india, ¿por qué los informativos indios iban a ser distintos? Sobre todo, cuando el suspense se concentra en dos escenarios de lujo, como el Hotel Taj Mahal o el más moderno y confortable Oberoi. El primer ministro del estado de Bombay (Maharashtra) provocó escándolo al hacerse acompañar, en su visita al Taj Mahal, a las pocas horas de que cesaran los tiros, por un director de cine especializado en películas de gángsters. Fue cesado cuatro días más tarde. Bombay fue fundada por los portugueses (Bombaim), aunque fueron los británicos los que levantaron la ciudad. Un europeo siente alivio al pasear por Fort, Colaba y otras zonas con algún poso histórico del sur de la urbe. Digo bien: aquí se puede pasear, ininterrumpidamente y sin demasiado riesgo de ser atropellado, durante horas. Algo imposible en Nueva Delhi, Madrás u otras ciudades indias hechas con retazos mal cosidos y peor urbanizados. Alberto Moravia y Pier Paolo Pasolini, cuando recorrieron India hace cincuenta años –nos han dejado dos buenos libros, de aliento muy distinto, razonado y certero el primero; epidérmico, inspirado y arbitrario el segundo- no tuvieron más remedio que decir que en India había una sola ciudad: Calcuta. Pero, por lo menos desde los años setenta, la única ciudad india es Bombay. Aunque podría dejar de serlo. Nueva Delhi ha contado con mejores gestores políticos y con mucho más dinero, a pesar de que es Bombay, con gran diferencia, la que llena las arcas del estado (más de un tercio de la recaudación). Nueva Delhi también monopoliza a las fuerzas de élite, para proteger a sus políticos, lo que ha escandalizado en Bombay, que no deja de ser la mayor metrópolis india: la gran mayoría de las 172 víctimas mortales fallecieron en las nueve horas que tardaron en ser desplazados a Bombay desde Delhi los comandos especiales de intervención.




Bombay es también un rompeolas de India. Después de haber sido capital de todo el noroeste del país (Bombay Presidency), hasta Karachi, la pérdida de Pakistán y la creación de un estado propio para Gujarat mermó su área de influencia. Sólo en teoría: Bombay sigue siendo el portal de India y el primer lugar donde hacer negocios con India. En cualquier caso, Bombay sigue siendo mucho más que India, del mismo modo que Nueva York es mucho más que Estados Unidos. También es su fachada más moderna en las costumbres, con el permiso de Bangalore, por lo menos entre las clases acomodadas. El espíritu de Bombay. La megalópolis es también mucho más que el estado que la contiene, Maharashtra. Bombay estuvo a punto de conseguir un estatus de ciudad especial, como Nueva Delhi, hace décadas. Sin embargo, el nacionalismo maratí consiguió evitarlo y convertirla en capital estatal. No obstante, los maratíes no levantaron Bombay –lo hicieron los ingleses, los parsis, los gujaratíes, etc.- y sigue habiendo una sensación de agravio entre ellos, a pesar de la discriminación positiva en la administración pública. Un agravio manipulado por un partido extremista y gangsteril, el Ejército de Shivaji (Shiv Sena). Fue este nacionalismo maratí, rabiosamente hindú, el que rebautizó Bombay como Mumbai hace algo más de una década -léase "Maximum City", de Suketu Mehta. Su venganza contra una élite que sigue prefiriendo el inglés y el hindi. Sin olvidar que el 80% de los brokers de la Bolsa de Bombay –la primera del país- o de su importantísimo mercado del diamante, hablan gujarati (son jainistas y marwaris), al igual que los parsis, otra minoría destacada por su educación e iniciativa económica. Una de los fenómenos más sorprendentes derivados de los atentados de Bombay ha sido la reacción ciudadana. Es verdad que durante las primeras 24 horas Bombay se convirtió en una ciudad fantasma, desierta, como no se había visto, por lo menos, desde 1993. Sin embargo, las clases altas de Bombay respondieron en menos de una semana de una forma imprevista para la clase política y para los medios de comunicación, que habían alentado un discurso revanchista y patriotero. Esta clase alta (decir clase media sería inexacto, puesto que entre ellos y el indio medio hay un abismo) no tardó en manifestarse junto a los escenarios del crimen sin el menor miedo. Tal vez cien mil de ellos, una gota de agua en una metrópolis de casi veinte millones, pero el "todo Bombay" según otros parámetros. Y esta clase educada, acomodada y fluida en inglés, no arremetía contra lejanas conspiraciones sino contra las algo más cercanas incompetencias y corrupciones de su propia clase política. Piden seguridad para todos –Bombay es sólo la última de más de media docena de ciudades indias víctima de atentados con bomba en lo que va de año- y responsabilidad por parte de los políticos. El BJP, el partido conservador hindú que gobernó India desde finales de los noventa hasta 2004, intentó capitalizar los atentados en clave patriótica y belicosa en las elecciones que se celebraban en cinco estados mientras Bombay seguía secuestrada por el terror. Y fue castigado. No sólo no arrancó el estado de Delhi de las garras del Partido del Congreso, sino que le cedió su feudo de Rajastán (que no está de más decir que es fronterizo con Pakistán). Los indios no se van a dejar llevar a la guerra fácilmente. La crisis absorbe ya todas las preocupaciones. Y la reacción cívica en Bombay –nada de trifulcas comunitarias, rechazo al terrorismo por parte de los musulmanes, exhibición cívica de la burguesía local- arroja algo de luz en lo que se antoja un largo túnel, en un vecindario peligroso. Y es que India es una democracia fallida y sólo el fracaso mayor del resto de la India británica –Pakistán y Bangladesh- y sus vecinos –Nepal, Sri Lanka o Birmania- permite maquillar sus escalofriantes déficits. También en derechos humanos. India es una sociedad tremendamente corrupta y oligárquica. No obstante, su democracia "al 50%" –según el historiador Ramachandra Guha- permite esquivar las críticas internacionales que afectan a la vecina China. Sin embargo, India tiene un problema de derechos humanos: la mayor parte de los pobres y de los malnutridos del mundo se encuentran en India. India juega a ser una superpotencia –"superpower"- olvidándose de que sigue siendo una superpobre –"superpoor"- según el juego de palabras de Arundhati Roy. La novelista y ensayista considera que la élite india, al haber llegado tarde a la mesa del colonialismo, se dedica a colonizar las regiones empobrecidas de su propio país. Zonas en las que la democracia es papel mojado y donde la ausencia del estado, debido a la infalible presencia insurgente, permite a las grandes compañías extraer minerales, petróleo, carbón o madera sin ninguna fiscalización, a cambio de los sobornos apropiados. En los últimos días, los ciudadanos de Bombay en la calle y muchos otros indios en las urnas, han dicho que no quieren que el discurso antiterrorista –a cuatro meses de las elecciones generales- tape estos y otros problemas, igualmente acuciantes.


2 comentarios:

green4hope dijo...

WOW, es SUPER INTERESANTE, y MUY CLARO!!Negocios, politica, desarrollo urbano-geographico, terrorismo., etc.
Sonrisas de Bombay MIL GRACIAS por compartirlo, esta buenisimo!!!

Saludos!!!

Beatriz Díaz dijo...

Que artículo más interesante y, además, trata muchos aspectos de la ciudad.
Muchas gracias por compartirlo con nosotros.
Una gran sonrisa,
Bea.