Este texto (con su correspondiente fotografía) fue enviado ayer mismo por Joan Escudero, que visitó los proyectos de Sonrisas de Bombay la semana pasada.Hace dos días que regresé de Maharashtra (India). Vuelvo, me encuentro con mi familia, amigos, conocidos…
Salgo y camino por las calles de mi pueblo, las mismas de siempre, con sus tiendas y sus bares, observando como la gente sigue con su vida como si nada hubiera pasado.
Me siento en la terraza de un bar y pido una cerveza.
¿Por qué me siento tan extraño? ¿Por qué cuando la gente me dice: - ¡Hola Joan, ya has vuelto de la India! ¿Qué tal por allí?- les respondo con frases vacías que parecen sacadas de un folleto propagandístico de una ONG?
Realmente, ¿qué les puedo decir?
Como explico lo que se siente cuando ves a un señor sin piernas, flaco como un esqueleto y sucio de arrastrarse por el suelo, sentado en medio de una carretera de cuatro carriles cargada de coches, cuyos conductores parecen ignorar del todo su presencia.
Lo miro y me doy cuenta de que no tiene la mano tendida para pedir limosna, ni parece tener intención de acabar de cruzar la calle. Simplemente está allí, con la mirada perdida, como si también él ignorara la presencia de esos miles de automóviles que pasan a escasos centímetros de el.
¿Como explico lo que se siente, volviendo de noche al hotel, cuando ves cientos de personas durmiendo en medio de las aceras, encima de cartones o papeles de periódico…?
Tienes que ir con cuidado de no pisar a nadie. ¡Hay familias enteras! El padre en un lado, la madre en el otro, y en medio ves a dos o tres niños pequeños abrazados a ellos.
Algunos aun no están dormidos y oyes como cuchichean entre ellos antes de acostarse.
Algunos te observan sin inmutarse. Otros hasta te pueden soltar un “hello, sir” o preguntarte de dónde eres…Y allí estas tu, de vuelta al hotel, con tus ahorros para el viaje en el bolsillo y un poco de prisa en las piernas. Y allí están ellos, durmiendo en la calle y, lo que más sorprende es que a nadie se le pase la idea por la cabeza de robarte lo que llevas encima.
¿Como puedo explicar lo que es pasear por los “vertederos” que hay en algunas playas de Bombay, y ver a gente y a niños de todas edades, caminando descalzos por encima de la basura en busca de algo para poder reciclar a cambio de unas míseras rupias?.
Piensas: - ¡Aquí hay cristales, hierros, mierda y podredumbre! Muchos de esos niños que veo a lo lejos, no tienen ni diez años! ¡Y van descalzos! ¿Estarán vacunados?-
Y te dices a ti mismo: -¡seré imbécil, que van a estar vacunados!
Como explicar, cuando fui al barrio de las luces rojas y, a través del cristal de mi taxi, veía a las prostitutas, muchas menores de edad -o eso me pareció-, apostadas en los portales de los burdeles llenos de porquería en sus puertas, y montones de niños jugando en las aceras, los cuales deduje que debían ser sus hijos…
El hombre que me había ofrecido la ruta turística por los sitios de mas interés de Bombay, me dijo: - ¿Quiere bajar y dar una vuelta por el barrio?- Cojones, pensé. ¿Qué interés turístico puede tener este barrio? Será de interés periodístico, para denunciar las injusticias que sufren muchas de estas chicas aquí, ¿no?- Yo no soy periodista, así que le dije. –no, no hace falta, ya me he hecho una idea.-
Veinte días paseando por calles en las que ves viviendas construidas con plásticos y recortes de uralitas, en medio de las aceras.
Niños lavándose delante de sus chabolas, con cubos de agua. Su ropa tendida en una cuerdecita atada de un extremo a la valla donde se aguanta la chabola, y del otro a una farola.
Su madre o abuela, ves como cocina en el interior con un camping gas y una olla mugrienta.
Visitas cualquier orfanato y te das cuenta de que por cada diez niños hay una niña, y preguntas por qué…- ¡Qué tontería! ¡El barrio de las luces rojas! ¿Os acordáis? ¡Una atracción turística!-
¡Dios mío!
Por último, como explicar lo que se siente cuando visitas proyectos de organizaciones como Sonrisas de Bombay, y conoces a todos esos preciosos chiquillos que tienen en sus escuelas, que sólo con verte se les enciende la mirada…
O cuando conoces a mujeres de barrios pobres que, por propia iniciativa formaron una asociación para llevar un control de salud y nutrición de los más pequeños en los barrios de slums y que gracias a Sonrisas han podido ampliar su proyecto…
O cuando visitas sus guarderías en zonas pobres, donde cuidan de los más pequeños…
Cuando entras te dicen todos a coro: - Good morning!!- En la pared hay colgado un mural con todo tipo de alimentos dibujados, sus respectivos nombres, y una pizarra. Se forma un corro de renacuajines en torno a ti y, el momento álgido es cuando sacas la cámara de fotos.
¡¡¡Que ilusión que les hace verse en la pantallita de tu cámara!!!
O el proyecto de la lepra…-¿Qué es la lepra?- Pues una enfermedad bastante desagradable que mata tus nervios, deforma tus tendones, y provoca unas deformaciones monstruosas si no se pilla a tiempo.
Gracias a toda la gente que trabaja en ese proyecto, se pueden detectar a tiempo muchos casos, aplicar un tratamiento al enfermo y conseguir su posterior reintegración en la sociedad.
Piensas. -¿Qué pasaría con todos esos niños de las escuelas y las guarderías, con todos esos enfermos de lepra y todas esas mujeres que luchan para mejorar la calidad de vida de los niños, si no existieran organizaciones como Sonrisas, que dan soporte a todo esos proyectos?
Después de ver tantas cosas que no se pueden digerir, ver la sonrisa de tan sólo uno de estos niños que ha tenido una oportunidad, no tiene precio.
¿Cómo explicar eso?
Sentado en la terraza del bar, veo un coche nuevo y como acabado de salir del túnel de lavado, que se para delante mismo de mi mesa, baja la ventanilla, y entonces me doy cuenta de que se trata de un colega mío del pueblo.
-¡¡Hola, Joan!! ¡¡Ya has vuelto!! ¿Te lo has pasado bien por allí en la India? Vaya experiencia, ¿no?-
Y yo le digo: -¡¡Es otro mundo!!-
-¿Mucha pobreza,¿no?- me pregunta-
-Si, mucha pobreza…
-Bueno, ya nos veremos y me cuentas, que ahora tengo prisa. ¡Adiós!- Arranca el coche y se va.
Yo pago mi cerveza, me levanto, y vuelvo a mi casa andando con la mirada perdida y el corazón en ese otro mundo que ha llenado mi alma.
Texto: Joan Escudero.Fotografía I: Archivo personal de Joan Escudero.
Fotografías II y III: Sonrisas de Bombay.